Al enfrentarme a trabajar en la Neomudejar, quise realizar algo que estuviera íntimamente relacionado con el espacio que iba a habitar. Me propuse reflexionar sobre los espacios que fueron creados para una función y que generalmente después de un periodo de abandono son utilizados para fines muy distintos de los originales.
Con este fin decidí realizar una instalación creada desde mi propia vivencia del espacio. Al tiempo que trabajaba con conceptos como memoria y tiempo, experimentaba la luz del edificio. Si algo ha marcado mi experiencia en la Neomudejar ha sido la luz. Descubrir los juegos de luces que vas encontrando cuando transitas por ella. Según avanza el día y pasan las semanas cambia la vivencia del edificio. Por eso la instalación es sobre todo luz. Por eso cambia con las horas del día y sigue junto al edificio su recorrido natural.
La marca como símbolo de la memoria es otra de las ideas que brotaron de esta vivencia. Cada centímetro del edificio tiene su marca. Testimonio de los que han pasado por aquí. Pero unas marcas tapan las anteriores y la memoria de unos anula la del anterior.
La lucha entre lo que permanece y lo que cambia, es otra idea con la que he trabajado. Que nos vale del pasado y que es bueno cambiar. ¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? Una elección personal que nos envuelve en un juicio íntimo.
La teatralidad es otro concepto que me interesó. Cada exposición, cada evento, cambia el decorado como si de una obra teatral se tratara. Todo tiene un toque de continuo juego.
En realidad todo parece que está en continuo movimiento y que cambia constantemente pero tengo la sensación de que todo permanece imperturbable.
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